El Nagual
- Rafael Frias
- Feb 18
- 5 min read
“¡Eres un nagual!”, le escuché decir a una compañera de la primaria hace casi treinta años. Se lo decía a otro niño y -por el tono de su voz- lo estaba insultando. Fue mi primera vez. Pero poco a poco fui descubriendo que una manera de herir a alguien era, precisamente, vinculándolo con nuestros antepasados prehispánicos. Indígena, indio, azteca, mexica, tolteca, maya … y claro nagual. Tal vez éste último el más peyorativo y venenoso.”
Esta expresión-agresión se utiliza cotidianamente a lo largo y ancho de nuestra sociedad. Desde muy niños la aprendemos y poco a poco vamos depurando su aplicación. Así, al que le gusta y manifiesta el juego de palabras de doble sentido lo nombran nagual. También al que dice groserías o al que le falta tacto en el trato. Entre clases sociales es una de las favoritas de las altas (o altas wannabe) para referirse a las de abajo. En apariencia física, a los morenos y a los que poseen rasgos indígenas se les aplica sin misericordia. Es decir, el 99% de los mexicanos somos sujetos a ser insultados por medio de “¡Eres un nagual!”.
En términos generales, el uso discriminatorio de esta expresión tiene la intención de remarcar la falta de educación o simplemente el nivel sociocultural de la persona aludida. Lo que resulta profundamente irónico y es un síntoma inequívoco de la ignorancia de nuestra sociedad.
Como señalaba anteriormente, existen otras palabras de uso racista a las que se le suma la famosa y controvertida naco. Que se desprende de la palabra náhuatl “Nacohuátl” que significa “de aquí”. Es decir, de México. Llevando al extremo estas expresiones, podemos sintetizar su uso peyorativo en lo siguiente: “¡Eres mexicano!” y con ello querer insultar al otro, ¡Y cómo no!, si una de los más bellos cumplidos que puede recibir una parte de la sociedad mexicana es que la distingan diciénole: “¡No pareces mexicano o mexicana!”. Triste, pero cierto. Inténtalo con un conocido o conocida y verán su reacción.
Para la mayoría de los antropólogos, el nagual era -dentro las culturas azteca y tolteca– el espíritu de un animal que cada ser humano poseía desde su nacimiento; encargado de protegerlo y guiarlo. Los dioses también contaban con su propio nagual. Era el vínculo con el mundo espiritual. Por ejemplo el nagual de Tezcaltipoca era el jaguar (aunque también tomaba la forma de coyote) y el de Huitzilopochtili el colibrí. Dentro de los toltecas, el chaman era una especie de “brujo” que podía mantener una relación más cercana con su nagual y enseñaba a otros hombres a encontrar a su propio nagual; por medio de la introspección y la búsqueda del mundo espiritual.
Algunos investigadores simpatizantes de la corriente neotolteca afirman que los naguales fueron una comunidad de estudiantes y maestros que vivieron en Teotihuacan durante el imperio azteca, aunque otros señalan a Tula como su principal asentamiento cultural. En cualquier caso, los naguales eran el linaje superior de los toltecas, quienes se caracterizaron por estudiar y conservar el conocimiento espiritual. Señalan que influenciaron no solamente a los aztecas sino también a los mayas. Uno de los actuales representantes de los neotoltecas, Miguel Ruiz, señala que:
“A lo largo de los milenios, los naguales se vieron forzados a esconder su sabiduría ancestral y a mantener su existencia en secreto. La conquista europea, unida a un agresivo mal uso del poder personal por parte de algunos aprendices, hizo necesario proteger el conocimiento de aquellos que no estaban preparados para utilizarlo o que hubieran podido usarlo mal intencionadamente para obtener un beneficio personal”.
El mismo Miguel Ruiz señala que este conocimiento esotérico de los toltecas fue transmitido de generación en generación y a través de su libro “Los Cuatro Acuerdos” publicado en 1997 en inglés bajo el título original “The Four Agreements” se proclama como un nagual de linaje de los Guerreros Águila encargado de revelar las enseñanzas de los toltecas.
Estas enseñanzas buscan ser una guía práctica para el hombre moderno y más allá de la validez del vínculo con la cultura tolteca, representan un pequeño código de actuación que no está de más conocer y reflexionar al respecto.
Estos principios se integran por “Los Cuatro Acuerdos”:
Primer Acuerdo: Sé impecable con tus palabras
Segundo Acuerdo: No te tomes nada personalmente
Tercer Acuerdo: No hagas suposiciones
Cuarto Acuerdo: Haz siempre lo máximo que puedas
Practicar y desarrollar estos acuerdos –en línea con Miguel Ruíz– nos conducirá a la libertad personal para alcanzar la felicidad. “La felicidad es una elección, como también es el sufrimiento”, señala este neotolteca en reiteradas ocasiones.
No es casualidad que este tipo de libros se publiquen primeramente para la sociedad estadounidense. Para empezar, por el número de ejemplares potenciales vendidos. Por volumen de población activamente lectora. El formato es idéntico a casi todos los de superación personal, con un marco claramente delineado, que se despliega en conceptos básicos y guías de actuación sencillas. Resalta que la traducción está a cargo de una persona diferente al autor. Es probable, por tanto, que Miguel Ruíz no maneje muy bien el idioma español. Por cierto, que el contacto señalado en su libro lo sitúa en Cerrillos, Nuevo México en Estados Unidos de América. Otra curiosidad que podrán encontrar en este pequeño libro de fácil lectura es que los agradecimientos están dirigidos en su totalidad a nombres evidentemente “gringos”.
Es decir y sin afán de mofa, existe un nuevo linaje de toltecas: los naguales gringos. Orgullosos de su sabiduría y muy efectivos en la transmisión de sus conocimientos. El ejemplar que tengo en la mano es la 15ª edición a cargo de la editorial Urano.
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Notas al margen:
Uno de los principales antropólogos toltecas y a quien se le atribuye el uso de la palabra nagual con G es Carlos Castaneda. Brasileño, dedicado a la investigación y a la aplicación de los usos y costumbres toltecas, utilizó rituales y alucinógenos para convertirse en un chamán tolteca. Su obra, integrada por 9 libros, está publicada también originalmente en inglés y pueden encontrarse versiones en español. Cabe señalar que sobran escritos que desmienten sus experiencias y lo tachan de charlatán.
Nahual y nagual: su uso es indistinto entre los investigadores, aunque el nombre utilizado por el INAH es el que utiliza la H.
La mayoría de los antropólogos señalan que el término nagual no puede estar vinculado con los toltecas, dado que no existen códices ni fuentes escritas de esta cultura.
La etimología del término nagual se deriva del vocablo náhuatl nau: “doble”. Nagual significa ‘doble, proyectado’, y se refiere al aspecto metafísico o divino de la existencia. La enseñanza teórica y las técnicas de los naguales recibieron el nombre de Nahuallōtl, ‘nagualismo’.
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