El debut
- Rafael Frias
- Feb 19
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Ahora que me eché una siestecita, soñé que debutaba con el Atlas. Como en casi todos mis sueños, la rareza se mezcló con una secuencia más o menos lógica. Primero que nada, llegué tarde, ¡a mi debut en primera división llegué tarde! Pasé por algo que parecían los vestidores y no encontré la playera con mi número y mi nombre; tomé una que estaba ahí. Corrí al campo con el partido ya iniciado: ahí estaba mi lugar esperándome en el centro izquierdo de la cancha. Pedí permiso al árbitro para entrar, el que me fue concedido sin chistar. Ahí estaba ya, en mi debut, corriendo de arriba a abajo. Controlé el balón y fui felicitado por mis compañeros. Debimos anotar en algún momento, por la algarabía de la gente. Vi a lo lejos las bancas, me acerqué para pedir mi playera. Eran unas instalaciones muy viejas, inadecuadas para un equipo con el presitigio de los Zorros. Unos jugadores bajaban las escaleras hacia un túnel. Busqué nuestra banca o nuestro túnel; me pasé y atrás había unas canchas de frontón, o de beisbol, a la mejor era cricket. Regresé al campo, el juego seguía, yo buscaba mi playera. Mi expectativa era que el coach me la aventara para poder enfundarme en el uniforme atlista con mi número y mi nombre. Desperté cuando el árbitro pitó el final del primer tiempo, mientras todos corrían a los vestidores. Pude sentir el hilo final del sueño, entre emoción, ansiedad y logro.
HK, a 3 de enero de 2022
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